sábado, 27 de marzo de 2010

Un domingo en Burdeos (II).

Aunque sea dos semanas más tarde, me gustaría subir las fotos del día que estuve contando en la última entrada. Aquella vez actualicé desde mi casa y la conexión que tenemos no da para muchas filigranas. Ahora que estoy en el flunch (esta vez estoy consumiendo, la última vez que vine conseguí estar dos horas sin consumir nada y sin que nadie me dijera que me fuera... acabé yéndome por aburrimiento).
Mañana intentaré actualizar para contar la evolución de mi trabajo en el hospital durante las últimas semanas. Hay bastante que contar, y lo malo de no poder actualizar asiduamente es que cuando actualizo tengo que contar al mismo tiempo los problemas con los que me encontré y las soluciones que vinieron días después. Y claro, así la historia pierde interés...
Pero así son las cosas, y ya ando por el hospital como Pedro por su casa (bueno, más o menos...). Me encanta el trabajo, desde llamar a los médicos de familia de los pacientes y preguntarles algun punto poco claro de la historia clínica (ya me preguntan como van y hablo un ratillo con ellos), las exploraciones neurológicas, hacer punciones lumbares, extraer fecalomas (sí, los pacientes neurológicos hacen fecalomas, y hay que sacárselos de alguna manera...) o intentar negociar con los de rayos alguna prueba de urgencia...
Pero bueno, eso es otra historia.

Yo hoy había quitado las telarañas del blog para subir las fotos del domingo 14 de marzo:



Este soy yo antes de empezar a comerme las ostras. Llegué a comerme una docena...




Yo en plan dibujito animado, con dos platos de ostras en las manos (Elena va a hacer un cómic de todo esto al final de nuestra estancia en Burdeos).




Éste es Chema posando en el mercado de Chartrons. Yo ando por ahí detrás.




Elena en el mercado de Chartrons. Los vinos siempre presentes en Burdeos...




Éste es el meandro del que yo hablaba en la anterior entrada. Desde Chartrons ves toda la orilla hasta Saint Michel (la torre que se ve al fondo). Es una maravilla. Ahí era aun temprano. Cuando empieza a atardecer las vistas son increibles...




Se pasaron media hora hablando ahí subidos. La foto era una excusa para pillarlos sin parecer impoli...




Laurent, Elena y Chema.




Maria, Savina y yo.




Auténticos lobos de mar.




Llegando a Quinconces.




Savina, yo, Laurent y Chema en el puente de madera.




Todos en la feria.




Me encanta esta foto y Elena diciendo: "Pa que me hagas una foto tú a mí, te la hago yo a ti..."




Atardeciendo en Burdeos.


Y más o menos ese fue nuestro día. Que pena no tener una conexión en condiciones para podre actualizar más a menudo, con fotos incluidas.

Saludos.

domingo, 14 de marzo de 2010

Un domingo en Burdeos.




Burdeos es una ciudad en la que se trabaja durante la semana y se vive durante el “week-end”, sobre todo el domingo. Así que siempre hay mil cosas para hacer.
Nosotros hemos estado en el mercado de Chartrons, uno de los mercados más “elegantes” de la ciudad, dicen. Es de los más caros, al menos. Llegamos allí sobre mediodía y estuvimos dando un paseo. Había de todo: carnicerías, fruterías, tiendas de embutidos, puestos de vino y cidra, puestos de flores, pescaderías, un hombre que vendía sombreros (preciosos y carísimos), más puestos de flores (en Burdeos hay muchos puestos de flores, y lejos de lo que yo pensaba, no son nada caras...), una pizzería, fruterías de nuevo, tiendas de especias (he comprado un saquito de especias para hacer vino tinto caliente, como el que beben por Alemania), puestos de chucherías y pastelería, panaderías… y lo mejor de todo, puestos donde venden ostras. Son ostras que vienen directamente de Arcachon, que es un pueblito que está junto al Bassin d’Arcachon (bassin creo que significa estanque, o eso dice el diccionario, pero el de Arcachon comunica con el Atlántico) y te las ponen abiertas en un platito (un plato de 6 ostras, 5.5 € con su limón y además, pan con mantequilla). Tienen sus mesitas al lado para que te sientes, a la orillita del río, a comértelas mientras te bebes un vasito de vino blanco, como todo un señor. Yo me comí doce.
La respuesta es no.
Creo que ha sido una de las experiencias más agradables que he vivido desde que estoy en Burdeos. Tanto es así, que fue por eso por lo que me levanté y pedí un segundo plato. ¡Qué ricas están las ostras de Arcachon!

Después de las ostras dimos otro paseo por el mercado. El alcohol del vino blanco me hizo perder el freno sobre la cartera y empecé a gastar y gastar. Me compré un fuet, una pizza, tres pasteles, la bolsita de especias, pan… todo a precio del rincón del gourmet de El Corte Inglés… (en Burdeos la gente es bastante burguesilla), pero teniendo en cuenta que entre semana no tengo tiempo material para gastar dinero…

Justo después se nos unieron Savina, María y Laurent. Hasta entonces habíamos estado Elena (mi compañera de piso), Chema (un sevillano que trabaja en Burdeos después de haber hecho unas prácticas Leonardo) y yo. Savina y María son italianas, y están trabajando en Burdeos como asistentes de lenguas en un instituto. Laurent es francés y bordelés (me ha explicado varias veces a qué se dedica pero nunca llego a enterarme bien). Fuimos a una cafetería del paseo que hay junto al río y allí estuvimos disfrutando del sol. Cuando sale el sol, todo el mundo en Burdeos sale a la calle, como si fueran caracoles. Y era una maravilla estar allí con tanta gente paseando. Estuvimos planificando una serie de viajes que seguramente no hagamos, pero no importa. Era agradable de todos modos, tener gente con la que planear cosas.

Después del café seguimos paseando junto al río, haciendo fotos. Burdeos es preciosa. Estoy enamorado de esta ciudad. Como todos los edificios son de piedra, la luz que hay a esa hora en esa parte de la ciudad es increíble. El río hace un meandro enorme y super amplio y desde una punta estás viendo todo el paseo fluvial con todos los edificios y el puente de piedra. Me encanta.

Llegamos hasta la explanada de Quinconces. Hay allí ahora una feria (en realidad es sólo una calle del infierno, sin casetas), llena de atracciones y puestos de “chichis chauds” (chichi es la palabra que usan los franceses para referirse a los churros… y es muy gracioso ver a la gente por ahí diciendo que vende chichis calientes…) y puestos de “barbe à papa”, (me ha encantado ese nombre), que es el algodón de azúcar, de muchísimos sabores. Después de recorrernos todas las calles de la feria y llegar a la conclusión de que éramos muy viejos para montarnos en las atracciones que no nos asustaban, nos fuimos a tomar una cerveza.

Y así más o menos es como hemos pasado el día.

Hasta la próxima.


En la foto se ve parte del paseo por el que hemos estado hoy. El mercado de Chartrons y la zona donde están las cafeterías quedaría más a la derecha, fuera de la foto. La explanada de Quinconces se queda fuera por la izquierda. La foto no la he hecho hoy, vaya...

sábado, 13 de marzo de 2010

sobreviviendo en Pellegrin...




Hace mucho que no escribo, y la verdad es porque no tengo tiempo. En casa no tengo Internet (sólo una wifi pirata que pillamos de vez en cuando pero que apenas da para leer el correo y responder -sólo a veces-) y en el hospital no me hace gracia ponerme a actualizar el blog... Así que para escribir tengo que cogerme el ordenador y venir a alguna cafetería con wifi. Y teniendo en cuenta que un ordenador de diecisiete pulgadas es, más que portátil, transportable, no es algo que me apetezca hacer muy a menudo. Pero bueno, hoy lo he hecho.

La última vez me quedé en que había estado en las urgencias. Después de aquello, he estado dos semanas en el Hospital de Semana, que como su propio nombre indica, es una zona de la planta que está abierta sólo de lunes a viernes. Normalmente ingresan pacientes que han hecho un brote de esclerosis múltiple y vienen a hacer una cura de corticoides, para lo que necesitan estar cinco días ingresados (si ha sido un brote motor) o tres días (si ha sido un brote sensitivo). También ingresan pacientes que tienen dolencias extrañas y a los que hay que hacerles un estudio diagnóstico con varias pruebas (punción lumbar, análisis de sangre, pruebas de imagen, pontenciales evocados... ), dependiendo de la sospecha diagnóstica. Para ello ingresan, para hacerles todas las pruebas en un par de días y luego les dan el alta. Anda que en el SAS te van a ingresar para eso... tardas tres o cuatro meses en tener todas las pruebas.
Junto al Hospital de Semana está el Hospital de Día. A éste vienen pacientes que hacen curas mensuales con algún tratamiento de fondo para la esclerosis múltiple. Lo más frecuente son las curas con Tysabri. El Tisabry es el natalizumab, que es un anticuerpo monoclonal que se usa en el tratamiento de fondo de la esclerosis múltiple. Realmente funciona muy bien porque evita la aparición de nuevos brotes de la enfermedad, es bien tolerado y apenas tiene efectos indeseables. El único problema es que provoca una inmunosupresión a nivel del SNC y el paciente puede desarrollar una LEMP (Leucoencefalopatía Multifocal Progresiva), que es una enfermedad que puede provocar una gran invalidez o incluso la muerte. Aún así no es muy frecuente y suele aparecer a partir de los dos años de tratamiento, pero por eso hay que ver en cada visita si el paciente ha desarrollado nuevos síntomas que puedan hacer sospechar una LEMP y hacer una resonancia cada cierto tiempo. La verdad es que el balance riesgo/beneficio compensa. A mí me gusta ver a los pacientes que vienen a hacer las curas y sentarme con ellos a charlar y qué me cuenten qué va bien y qué va mal. Luego los exploro para ver si hay signos de nuevos brotes. Por lo general todos están contentos con el tratamiento, aunque ayer vino una mujer que decía que había estado buscando información por Internet y que se estaba planteando el dejarlo... Internet siempre liándola parda... ¿Para qué sirven los médicos habiendo google?, debe pensar más de uno... Tsss...

Ayer estuve hablando con Fanny, la residente simpática de la segunda semana, y me preguntó si finalmente iba a hacer guardias o no. Le dije que no tenía ni idea, que no sabía lo que iba a decirme el profesor B. (creo que voy a seguir manteniendo su nombre oculto). Ella me dijo, que si fuera yo, no las hiciera ni de coña. Porque las guardias en urgencias son una jungla en la que hay que estar batallando con unos y con otros para que, por un lado, te dejen hacer tu trabajo, y por otro, no te endosen el suyo. Me dijo que aunque en la planta me desenvuelvo bien, en las urgencias me voy a agobiar porque no manejo bien la lengua como para estar peleándome con la gente... Y es que aquí hasta para hacerle un TAC a un paciente hay que "negociar" con los de rayos. Tienes que argumentarle bien por qué quieres hacerlo, y si ellos lo consideran, lo hacen. Y si no lo consideran, es cuando tienes que empezar a "negociar". Cuando digo "negociar" quiero decir comerle la oreja al que sea hasta convencerlo. "On va profiter de toi", fue la conclusión que saqué.

Así que en general bien. Excepto por los horarios... Aquí trabajan muchas más horas en que en España, porque el concepto de "médico de guardia por la tarde" no existe. Pero bueno, me voy acostumbrando y cada vez me cuesta menos trabajo seguir el ritmo de trabajo en francés.

Otro día hablaré de mis compañeros. Sobre todo de dos enfermeras, Marie y Claire, que si no fuera por ellas yo estaría muy perdido en el hospital. Están siempre pendientes de mí y explicándome las cosas de funcionamiento interno de las que no me entero y que los médicos por lo general pasan de explicar... También los estudiantes me echan una mano muy amenudo. La verdad es que si no fuera por el equipo, que me arropa bien y es consciente de que es dificil para mí seguir el ritmo muchas veces, habría abandonado hace mucho.

Eso es todo. Hoy no tengo foto del hospital ni de mis compañeros para poner. Así que voy a poner una de Burdeos.

Hasta más ver.

domingo, 28 de febrero de 2010

L'Hôpital Pellegrin



Hace ya tres semanas que empecé mis prácticas en el CHU (Centre Hospitalier Universitaire) de Burdeos, que en este caso se llama Pellegrin. Está formado por varios edificios, de los cuales éste es el principal, “le tripode”. Estaría mintiendo si dijera que mi comienzo en el hospital fue agradable, fácil y fluido, porque de hecho fue todo lo contrario… pero de eso hablaremos más tarde.
Según me dijo el Prof. B., jefe del departamento, las primeras semanas estaría siguiendo a un residente, para adaptarme, habituarme y conocer el sistema, y más tarde yo asumiría funciones de residente, teniendo varios pacientes a mi cargo.

La primera semana estuve en la planta tercera, ala 2 (el ala 2 del hospital es esa pata del trípode que apunta hacia la cámara; si contáis tres ventanitas empezando desde abajo (obviando la planta baja), ahí me veréis). Es una zona dónde están ingresados pacientes con esclerosis múltiple, algunos AVC y varias cosillas más. Es un poco cajón de sastre, lo cual está bien porque se ven muchas cosas diferentes. Yo llegué allí un martes a las 10 de la mañana y el Prof. B. (no sé si es correcto publicar su nombre por aquí), me presentó al Dr. O., que es el jefe de ese ala del hospital. Estaba con Camille (el residente) y varios alumnos haciendo el “tour” por las habitaciones. Ese fue mi primer contacto con la neurología en Francia. Podríamos decir que la idea que me llevé de cada paciente era fruto de lo que yo deducía más que de lo que comprendía… (afortunadamente el SN de los franceses funciona parecido al nuestro). Hablaban rápido, utilizaban muchísimas abreviaciones y todos los medicamentos que emplean son nombres comerciales (y muy poquitos coinciden con los nuestros; de hecho, aunque coincidieran, yo no me sé los nombres comerciales en español). Cuando terminamos el “tour” yo estaba mareado, me dolía la cabeza y me preguntaba en qué momento se me había ocurrido a mí venir a “trabajar” a un hospital francés sin ser bilingüe.

(ahora mismo está lloviendo como si lo fueran a prohibir…)

Después del “tour”, todos a un tiempo, y sin que nadie les hubiera dicho nada, se dispersaron y empezaron a hacer sus tareas (aquí todo el mundo tiene cosas que hacer en el hospital, no es como en España, que los estudiantes son más bien una almorrana de la que hay que deshacerse en cuanto se despiste…). Yo ahí de pronto me sentí perdido, sin saber qué hacer ni a quién acudir para preguntarle. Así que me fui a buscar al residente y le dije: “Ey, Camille. Cuéntame, ¿qué puedo hacer?” A lo que me contestó (muy bajito y sin apenas articular): “Bueno, no sé... yo estoy haciendo unos informes. No sé… ponte a mirar el programa informático para familiarizarte…” Creo que nunca me han tratado con tanta indiferencia…
Así que fueron los estudiantes los que se acercaron a mí y me “invitaron” a ir con ellos para familiarizarme con el vocabulario médico durante las exploraciones y al hacer las historias clínicas. Si no fuera por los estudiantes, esa semana yo me habría sentido tan fuera de lugar como un pingüino en un desierto (aun así me sentía fuera de lugar gran parte del tiempo). No se trataba solamente de lo mucho o poco que se interesaran por uno, sino del idioma. Era absolutamente incapaz de comprender todo lo que decían, lo que hacía que me sintiera más desplazado, y no podía estar todo el tiempo preguntando: “Perdona, ¿qué has dicho?”. Ellos me decían que tenía un buen nivel de francés, lo que me parecía una forma de darme ánimos. Aunque más tarde empecé a pensar que era una forma de justificarse para no hablar más despacio…
Así que la semana pasó entre “tours” por las habitaciones, sesiones clínicas, reuniones de neurorradiología (sesiones clínicas conjuntas de neurólogos y radiólogos donde se discutía sobre ciertos casos clínicos) y cursos de residentes. Cualquier cosa que estuviera prevista, allá que iba yo (aunque no me enterara de gran cosa…). Y después de 4 días peleando empecé a notar un poco (sólo un poco, para ser sincero) de progreso (habría notado mucho más si el residente se hubiera interesado por explicarme las cosas…). Cuando todo se desarrolla en la lengua de uno, sólo con observar y escuchar le pillas el truco a las cosas. Pero cuando se trata de otra lengua…

La segunda semana debía bajar a las urgencias, pero decidí quedarme en el mismo sitio. Fui a hablar con mi tutor, el Prof. B. y le dije que la primera semana no había sido muy positiva, que tenía muchos problemas para seguir el ritmo de trabajo en francés y que el residente estaba muy ocupado muchas veces como para explicarme las cosas (era una forma sutil de decirle que pasaba de mí sin que sonara demasiado acusica). Él me dijo que no me preocupara, que era normal, y que pronto notaría mejoría. “Ça va arriver”, fue la conclusión que saqué. Así que seguiría en ese ala, después bajaría a las urgencias y más tarde estaría en el hospital de semana (donde van pacientes con esclerosis múltiple). De forma que a partir del 22 de marzo yo tendría responsabilidades y pacientes a mi cargo.
Esa semana había cambiado el residente, y estuve con una chica (Fanny) mucho más agradable, sociable y comprensiva con mi situación. Se interesaba por explicarme las cosas y hacerme partícipe de casi todo lo que hacía. Le ayudaba a hacer las punciones lumbares e incluso yo mismo estuve a punto de hacer una (al final el paciente estaba un poco ansioso y decidió hacerla ella para que fuera más rápido y no fastidiarlo demasiado). Al final de esa semana yo ya me sentía más integrado: el personal se interesaba más por mí (ya no era el tipo ese extranjero que estaba allí dando vueltas sin nada concreto que hacer), yo era capaz de seguir las sesiones clínicas e incluso de meter una cuñita de vez en cuando y lo más importante, almorzaba con los residentes en lugar de hacerlo solo o con los estudiantes que se apiadaban de mí…

(y ahora hace un sol como para irse al campo de picnic...)

Esta última semana he estado en urgencias. El ritmo de trabajo es infinitamente más rápido, pero después de dos semanas haciéndome al francés en un lugar más tranquilo, he podido seguir más o menos bien el ritmo de trabajo. He estado con Camille, el residente de la primera semana, y su actitud ya había cambiado considerablemente. Digamos que ya era consciente de que yo necesitaba de su colaboración para poder adaptarme al hospital, y me la ha brindado. Incluso en las exploraciones y juicios diagnósticos me preguntaba mi opinión (es agradable sentirse parte del equipo). La que no me ha hecho sentir parte del equipo era la neuróloga de urgencias. Creo que pasaba un poco de considerar a un extranjero al que no conocía de nada y al que igual no volvería a ver después de esta semana. Aun así, tengo que reconocer que la tipa sabe lo más grande (es una crack), y ha sido una pena no comprender todo lo que decía porque podría haber aprendido mucho más (aun así he aprendido mucho esta semana).

Así que en líneas generales, mi experiencia en el hospital empezó siendo nefasta pero ya ha mejorado considerablemente. Y espero que siga haciéndolo en las próximas semanas.

Hay muchas cosas que me encantan del sistema de salud francés. Cosas que en España serían inconcebibles, como el hecho de que el médico de urgencias llame al médico de familia de un paciente para pedirle datos sobre sus antecedentes personales… (claro que el sistema de atención primaria aquí facilita que se pueda hacer una cosa así), o que en la historia clínica escriban que el paciente se ha quedado en paro o se ha divorciado hace un mes (esta gente se cree aquello del paradigma bio-psico-social). Pero bueno, ya escribiré otro día para contar las cosas que me gustan de aquí, que esta entrada ya se está prolongando demasiado…

viernes, 5 de febrero de 2010

C’est comme ça que ça marche…

Nunca me habría imaginado yo que después de una semana, aun no habría comenzado mis prácticas…
En un principio contábamos con un retraso porque necesitábamos el “visto bueno” de la Dirección de Asuntos Médicos (esto es una traducción literal de “Direction des Affaires Médicals”, que no sé bien a qué se corresponde… ¿quizás la Gerencia del Hospital..? qué más da…), que debía llegar (y creo que así lo hizo) el Martes por la mañana. Pero por motivos que no tengo ni tiempo ni ganas de contar por aquí, todo se ha complicado mucho más. Así que posiblemente empiece a partir del martes que viene… Podríamos definir el debut de mi experiencia profesional en Burdeos como “una serie de catastróficas desdichas”… Esperemos que esta serie termine antes de que empiece a ver pacientes… ;)

Yo por otra parte intento adaptarme a la ciudad. Y puesto que tengo tanto tiempo libre, intento aprovecharlo como puedo. Anoche salí a dar una vuelta con algunos de los amigos que voy haciendo por aquí. Al principio estuve con el grupo de CouchSurfing de Burdeos, a los que conozco a través de Elena. Allí había gente de todas las nacionalidades y había que ir saltando del inglés al francés, y viceversa, para poderse comunicar. Fue interesante conocer a gente de tantos países, pero llegó un momento en que necesitaba evadirme de tanta lengua extranjera (entiéndase lengua como idioma). Además, había quedado en otro bar con los amigos españoles. Así que me fui a buscarlos.

Aquí hay algunas fotitos:




Estos son Chema (es un chico de Sevilla que vino con una beca Leonardo y se ha quedado aquí contratado), Sabina (es una chica italiana que trabaja aquí como auxiliar de conversación) y Alina (es una chica de Rumanía que vive y trabaja en Sevilla normalmente y que está aquí con una beca haciendo prácticas).




Estos somos María José (una chica de Sevilla que está aquí haciendo lo mismo que Alina) y yo.




Sabina y Alina




María José, una chica francesa cuyo nombre no recuerdo y yo.




Y éste es el conejo intelectual.





Esta foto es del postre que me he comido hoy: crêpes con chocolate y mermelada de fresa y un té moruno. Se la dedico a Granada, que disfruta mucho cuando hablo de la comida :P

Pues eso

martes, 2 de febrero de 2010

Jardin Public

Hoy he aprovechado mi mañana libre para darme un paseo por el 'Jardin Public' de Burdeos. Es un parque que se construyó en 1746 en un extremo de la ciudad (hoy en día ya se encuentra casi metido en el centro...). Está lleno de estatuas y bustos de personajes célebres de Burdeos (lo mismo pintores que científicos o ingenieros), tiene un jardín botánico (he visto el cartel pero no el jardín, debo indagar más) y un museo de historia natural.
Algunas fotitos:















Esto es un pequeño teatro de marionetas que tiene que ser muy curioso de ver. No sé si los domingos estará funcionando...





Y es que Goya se vino a morir a Burdeos...

lunes, 1 de febrero de 2010

Saint Emilion

Ayer por la tarde estuvimos en Saint-Emilion. Era una visita guiada organizada por la oficina de turismo de Burdeos y que a nosotros nos había pagado la agencia que nos tramita la beca.
Saint-Emilion es un pueblecito que está a unos 70 km de Burdeos y que se dedica fundamentalmente a cultivar uva y hacer vino (además de a sacarle dinero a los turistas). Tiene varios vinos con denominación de origen y son de los mejores de la región (según dijo la guía, que era una mezcla entre Audrey Hepburn -de mayor- y Verónica Forqué, además de muy simpática).
Al principio estuvimos en un “cható” (yo cuando oí “cható” esperaba encontrarme un castillo, por aquello de que chateau es castillo en francés, pero no era más que un cortijo grande y reformao), el Château Laniote St. Emilion, en el que se preparaba la uva y se fermentaba el vino. Tenía varias salas en las que se llevaban a cabo todos los procesos. La verdad es que fue una visita muy interesante. El “señor del castillo” nos lo explicó todo muy bien y al final nos dio a probar dos vinos diferentes, uno del 2007 y otro del 2006.
Algunas fotitos:



Este soy yo en la sala de los barriles (es una pena, pero no puedo retocar las fotos para quitarle los ojos rojos y los reflejos)




Estos somos Fabian (es un chico suizo que conocimos en la Alianza Francesa y que también ha venido a la excursión), Elena (mi compañera de beca y apartamento) y yo, probando el vino.




Este es el “señor del castillo” (el propietario de Ch. Laniote) haciendo un truco de magia. Resultó ser una mezcla de Chiquito de la Calzada y Juan Tamariz.




Estos somos nosotros en los viñedos del Ch. Laniote. Una japonesa (no recuerdo el nombre) que conocimos ayer mismo, Elena, Yo, Joseph (un suizo que también conocimos en la Alianza Francesa) y Fabian. Debíamos formar la palabra VIN, pero no andábamos muy coordinados…


Después de la visita al Chateau Laniote estuvimos en St Emilion. Es un pueblo pequeñito (me recordaba un poco al de la película “Chocolat”, pero algo más turístico), en el que hay algunos monumentos importantes. Uno de ellos es una iglesia monolítica que habían excavado en el interior de la roca de una colina. Una auténtica maravilla. El pueblo entero es una maravilla.

Algunas fotitos:



Estos somos Elena y yo delante de los restos de una iglesia que había a la entrada. Creo que también eran trazos de una antigua muralla (de eso no me enteré muy bien…).




Yo en el claustro de un convento del pueblo.




Yo encima de la iglesia monolítica.




Vista de una placita desde la cima de la colina donde está la iglesia monolítica.




Torre de la iglesia monolítica. Está construida en la cima de la colina donde se encuentra excavada la iglesia (me encanta la luz de esta foto).

Después de la visita a la iglesia tuvimos algo de tiempo libre. Acompañamos a la chica japonesa a comprar una botella de vino y compramos nosotros una caja de “macarons” (unos dulces típicos de por aquí que saben mucho a almendra), buenísimos...
Después volvimos a Burdeos.

Hasta la próxima...