domingo, 28 de febrero de 2010

L'Hôpital Pellegrin



Hace ya tres semanas que empecé mis prácticas en el CHU (Centre Hospitalier Universitaire) de Burdeos, que en este caso se llama Pellegrin. Está formado por varios edificios, de los cuales éste es el principal, “le tripode”. Estaría mintiendo si dijera que mi comienzo en el hospital fue agradable, fácil y fluido, porque de hecho fue todo lo contrario… pero de eso hablaremos más tarde.
Según me dijo el Prof. B., jefe del departamento, las primeras semanas estaría siguiendo a un residente, para adaptarme, habituarme y conocer el sistema, y más tarde yo asumiría funciones de residente, teniendo varios pacientes a mi cargo.

La primera semana estuve en la planta tercera, ala 2 (el ala 2 del hospital es esa pata del trípode que apunta hacia la cámara; si contáis tres ventanitas empezando desde abajo (obviando la planta baja), ahí me veréis). Es una zona dónde están ingresados pacientes con esclerosis múltiple, algunos AVC y varias cosillas más. Es un poco cajón de sastre, lo cual está bien porque se ven muchas cosas diferentes. Yo llegué allí un martes a las 10 de la mañana y el Prof. B. (no sé si es correcto publicar su nombre por aquí), me presentó al Dr. O., que es el jefe de ese ala del hospital. Estaba con Camille (el residente) y varios alumnos haciendo el “tour” por las habitaciones. Ese fue mi primer contacto con la neurología en Francia. Podríamos decir que la idea que me llevé de cada paciente era fruto de lo que yo deducía más que de lo que comprendía… (afortunadamente el SN de los franceses funciona parecido al nuestro). Hablaban rápido, utilizaban muchísimas abreviaciones y todos los medicamentos que emplean son nombres comerciales (y muy poquitos coinciden con los nuestros; de hecho, aunque coincidieran, yo no me sé los nombres comerciales en español). Cuando terminamos el “tour” yo estaba mareado, me dolía la cabeza y me preguntaba en qué momento se me había ocurrido a mí venir a “trabajar” a un hospital francés sin ser bilingüe.

(ahora mismo está lloviendo como si lo fueran a prohibir…)

Después del “tour”, todos a un tiempo, y sin que nadie les hubiera dicho nada, se dispersaron y empezaron a hacer sus tareas (aquí todo el mundo tiene cosas que hacer en el hospital, no es como en España, que los estudiantes son más bien una almorrana de la que hay que deshacerse en cuanto se despiste…). Yo ahí de pronto me sentí perdido, sin saber qué hacer ni a quién acudir para preguntarle. Así que me fui a buscar al residente y le dije: “Ey, Camille. Cuéntame, ¿qué puedo hacer?” A lo que me contestó (muy bajito y sin apenas articular): “Bueno, no sé... yo estoy haciendo unos informes. No sé… ponte a mirar el programa informático para familiarizarte…” Creo que nunca me han tratado con tanta indiferencia…
Así que fueron los estudiantes los que se acercaron a mí y me “invitaron” a ir con ellos para familiarizarme con el vocabulario médico durante las exploraciones y al hacer las historias clínicas. Si no fuera por los estudiantes, esa semana yo me habría sentido tan fuera de lugar como un pingüino en un desierto (aun así me sentía fuera de lugar gran parte del tiempo). No se trataba solamente de lo mucho o poco que se interesaran por uno, sino del idioma. Era absolutamente incapaz de comprender todo lo que decían, lo que hacía que me sintiera más desplazado, y no podía estar todo el tiempo preguntando: “Perdona, ¿qué has dicho?”. Ellos me decían que tenía un buen nivel de francés, lo que me parecía una forma de darme ánimos. Aunque más tarde empecé a pensar que era una forma de justificarse para no hablar más despacio…
Así que la semana pasó entre “tours” por las habitaciones, sesiones clínicas, reuniones de neurorradiología (sesiones clínicas conjuntas de neurólogos y radiólogos donde se discutía sobre ciertos casos clínicos) y cursos de residentes. Cualquier cosa que estuviera prevista, allá que iba yo (aunque no me enterara de gran cosa…). Y después de 4 días peleando empecé a notar un poco (sólo un poco, para ser sincero) de progreso (habría notado mucho más si el residente se hubiera interesado por explicarme las cosas…). Cuando todo se desarrolla en la lengua de uno, sólo con observar y escuchar le pillas el truco a las cosas. Pero cuando se trata de otra lengua…

La segunda semana debía bajar a las urgencias, pero decidí quedarme en el mismo sitio. Fui a hablar con mi tutor, el Prof. B. y le dije que la primera semana no había sido muy positiva, que tenía muchos problemas para seguir el ritmo de trabajo en francés y que el residente estaba muy ocupado muchas veces como para explicarme las cosas (era una forma sutil de decirle que pasaba de mí sin que sonara demasiado acusica). Él me dijo que no me preocupara, que era normal, y que pronto notaría mejoría. “Ça va arriver”, fue la conclusión que saqué. Así que seguiría en ese ala, después bajaría a las urgencias y más tarde estaría en el hospital de semana (donde van pacientes con esclerosis múltiple). De forma que a partir del 22 de marzo yo tendría responsabilidades y pacientes a mi cargo.
Esa semana había cambiado el residente, y estuve con una chica (Fanny) mucho más agradable, sociable y comprensiva con mi situación. Se interesaba por explicarme las cosas y hacerme partícipe de casi todo lo que hacía. Le ayudaba a hacer las punciones lumbares e incluso yo mismo estuve a punto de hacer una (al final el paciente estaba un poco ansioso y decidió hacerla ella para que fuera más rápido y no fastidiarlo demasiado). Al final de esa semana yo ya me sentía más integrado: el personal se interesaba más por mí (ya no era el tipo ese extranjero que estaba allí dando vueltas sin nada concreto que hacer), yo era capaz de seguir las sesiones clínicas e incluso de meter una cuñita de vez en cuando y lo más importante, almorzaba con los residentes en lugar de hacerlo solo o con los estudiantes que se apiadaban de mí…

(y ahora hace un sol como para irse al campo de picnic...)

Esta última semana he estado en urgencias. El ritmo de trabajo es infinitamente más rápido, pero después de dos semanas haciéndome al francés en un lugar más tranquilo, he podido seguir más o menos bien el ritmo de trabajo. He estado con Camille, el residente de la primera semana, y su actitud ya había cambiado considerablemente. Digamos que ya era consciente de que yo necesitaba de su colaboración para poder adaptarme al hospital, y me la ha brindado. Incluso en las exploraciones y juicios diagnósticos me preguntaba mi opinión (es agradable sentirse parte del equipo). La que no me ha hecho sentir parte del equipo era la neuróloga de urgencias. Creo que pasaba un poco de considerar a un extranjero al que no conocía de nada y al que igual no volvería a ver después de esta semana. Aun así, tengo que reconocer que la tipa sabe lo más grande (es una crack), y ha sido una pena no comprender todo lo que decía porque podría haber aprendido mucho más (aun así he aprendido mucho esta semana).

Así que en líneas generales, mi experiencia en el hospital empezó siendo nefasta pero ya ha mejorado considerablemente. Y espero que siga haciéndolo en las próximas semanas.

Hay muchas cosas que me encantan del sistema de salud francés. Cosas que en España serían inconcebibles, como el hecho de que el médico de urgencias llame al médico de familia de un paciente para pedirle datos sobre sus antecedentes personales… (claro que el sistema de atención primaria aquí facilita que se pueda hacer una cosa así), o que en la historia clínica escriban que el paciente se ha quedado en paro o se ha divorciado hace un mes (esta gente se cree aquello del paradigma bio-psico-social). Pero bueno, ya escribiré otro día para contar las cosas que me gustan de aquí, que esta entrada ya se está prolongando demasiado…

viernes, 5 de febrero de 2010

C’est comme ça que ça marche…

Nunca me habría imaginado yo que después de una semana, aun no habría comenzado mis prácticas…
En un principio contábamos con un retraso porque necesitábamos el “visto bueno” de la Dirección de Asuntos Médicos (esto es una traducción literal de “Direction des Affaires Médicals”, que no sé bien a qué se corresponde… ¿quizás la Gerencia del Hospital..? qué más da…), que debía llegar (y creo que así lo hizo) el Martes por la mañana. Pero por motivos que no tengo ni tiempo ni ganas de contar por aquí, todo se ha complicado mucho más. Así que posiblemente empiece a partir del martes que viene… Podríamos definir el debut de mi experiencia profesional en Burdeos como “una serie de catastróficas desdichas”… Esperemos que esta serie termine antes de que empiece a ver pacientes… ;)

Yo por otra parte intento adaptarme a la ciudad. Y puesto que tengo tanto tiempo libre, intento aprovecharlo como puedo. Anoche salí a dar una vuelta con algunos de los amigos que voy haciendo por aquí. Al principio estuve con el grupo de CouchSurfing de Burdeos, a los que conozco a través de Elena. Allí había gente de todas las nacionalidades y había que ir saltando del inglés al francés, y viceversa, para poderse comunicar. Fue interesante conocer a gente de tantos países, pero llegó un momento en que necesitaba evadirme de tanta lengua extranjera (entiéndase lengua como idioma). Además, había quedado en otro bar con los amigos españoles. Así que me fui a buscarlos.

Aquí hay algunas fotitos:




Estos son Chema (es un chico de Sevilla que vino con una beca Leonardo y se ha quedado aquí contratado), Sabina (es una chica italiana que trabaja aquí como auxiliar de conversación) y Alina (es una chica de Rumanía que vive y trabaja en Sevilla normalmente y que está aquí con una beca haciendo prácticas).




Estos somos María José (una chica de Sevilla que está aquí haciendo lo mismo que Alina) y yo.




Sabina y Alina




María José, una chica francesa cuyo nombre no recuerdo y yo.




Y éste es el conejo intelectual.





Esta foto es del postre que me he comido hoy: crêpes con chocolate y mermelada de fresa y un té moruno. Se la dedico a Granada, que disfruta mucho cuando hablo de la comida :P

Pues eso

martes, 2 de febrero de 2010

Jardin Public

Hoy he aprovechado mi mañana libre para darme un paseo por el 'Jardin Public' de Burdeos. Es un parque que se construyó en 1746 en un extremo de la ciudad (hoy en día ya se encuentra casi metido en el centro...). Está lleno de estatuas y bustos de personajes célebres de Burdeos (lo mismo pintores que científicos o ingenieros), tiene un jardín botánico (he visto el cartel pero no el jardín, debo indagar más) y un museo de historia natural.
Algunas fotitos:















Esto es un pequeño teatro de marionetas que tiene que ser muy curioso de ver. No sé si los domingos estará funcionando...





Y es que Goya se vino a morir a Burdeos...

lunes, 1 de febrero de 2010

Saint Emilion

Ayer por la tarde estuvimos en Saint-Emilion. Era una visita guiada organizada por la oficina de turismo de Burdeos y que a nosotros nos había pagado la agencia que nos tramita la beca.
Saint-Emilion es un pueblecito que está a unos 70 km de Burdeos y que se dedica fundamentalmente a cultivar uva y hacer vino (además de a sacarle dinero a los turistas). Tiene varios vinos con denominación de origen y son de los mejores de la región (según dijo la guía, que era una mezcla entre Audrey Hepburn -de mayor- y Verónica Forqué, además de muy simpática).
Al principio estuvimos en un “cható” (yo cuando oí “cható” esperaba encontrarme un castillo, por aquello de que chateau es castillo en francés, pero no era más que un cortijo grande y reformao), el Château Laniote St. Emilion, en el que se preparaba la uva y se fermentaba el vino. Tenía varias salas en las que se llevaban a cabo todos los procesos. La verdad es que fue una visita muy interesante. El “señor del castillo” nos lo explicó todo muy bien y al final nos dio a probar dos vinos diferentes, uno del 2007 y otro del 2006.
Algunas fotitos:



Este soy yo en la sala de los barriles (es una pena, pero no puedo retocar las fotos para quitarle los ojos rojos y los reflejos)




Estos somos Fabian (es un chico suizo que conocimos en la Alianza Francesa y que también ha venido a la excursión), Elena (mi compañera de beca y apartamento) y yo, probando el vino.




Este es el “señor del castillo” (el propietario de Ch. Laniote) haciendo un truco de magia. Resultó ser una mezcla de Chiquito de la Calzada y Juan Tamariz.




Estos somos nosotros en los viñedos del Ch. Laniote. Una japonesa (no recuerdo el nombre) que conocimos ayer mismo, Elena, Yo, Joseph (un suizo que también conocimos en la Alianza Francesa) y Fabian. Debíamos formar la palabra VIN, pero no andábamos muy coordinados…


Después de la visita al Chateau Laniote estuvimos en St Emilion. Es un pueblo pequeñito (me recordaba un poco al de la película “Chocolat”, pero algo más turístico), en el que hay algunos monumentos importantes. Uno de ellos es una iglesia monolítica que habían excavado en el interior de la roca de una colina. Una auténtica maravilla. El pueblo entero es una maravilla.

Algunas fotitos:



Estos somos Elena y yo delante de los restos de una iglesia que había a la entrada. Creo que también eran trazos de una antigua muralla (de eso no me enteré muy bien…).




Yo en el claustro de un convento del pueblo.




Yo encima de la iglesia monolítica.




Vista de una placita desde la cima de la colina donde está la iglesia monolítica.




Torre de la iglesia monolítica. Está construida en la cima de la colina donde se encuentra excavada la iglesia (me encanta la luz de esta foto).

Después de la visita a la iglesia tuvimos algo de tiempo libre. Acompañamos a la chica japonesa a comprar una botella de vino y compramos nosotros una caja de “macarons” (unos dulces típicos de por aquí que saben mucho a almendra), buenísimos...
Después volvimos a Burdeos.

Hasta la próxima...